El recuerdo de ciertos episodios denuestra vida puede producirnos pudor y vergüenza –“hice cosas que ahora no haría”–, provocar ira o tristeza–“aquellas experiencias me hicieron daño”–, o promover nostalgia y añoranza: “ah, esos años que nunca volverán..”. En este ejercicio de memoria, se siente agradecimiento o rechazo, se evocan vivencias lejanas en el tiempo con gran detalle. O, por el contrario, apenas se tienen recuerdos. En cualquier caso, todas las teorías sobre la psicología humana coinciden en admitir que el pasado influye tanto en nuestra personalidad como en nuestra conducta...
El estado ‘Padre del yo’.
Derivado de los padres y madres que hemos tenido y de las personas mayores que han intervenido de manera directa en nuestra educación. Es un compendio de las actitudes y el comportamiento incorporados de procedencia externa.Sentimos, pensamos, actuamos y hablamos de una manera muy semejante a como lo hacían nuestros padres y madres cuando éramos niños, ya que ellos fueron modelos básicos en la for-
mación de nuestra personalidad. Sus valores e ideas acerca de la vida, sus pautas de comportamiento, sus normas, reglas y leyes de convivencia, se van a ir grabando en el hijo o hija, e influyen de forma poderosa en la configuración futura de su personalidad. Y todo eso sucede sin que la persona sea consciente de ello, por lo que se terminan reproduciendo pautas aprendidas en la infancia sin darse casi cuenta.
El estado ‘Niño del yo’.
En él aparecen los impulsos naturales, las primeras experiencias que se nos grabaron en la infancia y también cómo respondimos ante ellas. Es la parte de nuestra persona que siente, piensa, actúa, habla y responde igual que lo hacíamos siendo niños. Tiene un tipode pensamiento mágico e irracional, las relaciones las concibe como algo eminentemente emocional.
El estado ‘Adulto del yo’.
En él percibimos la realidad de forma objetiva y organizada, calculamos las circunstancias y consecuencias de nuestros actos con la base de la experiencia y los conocimientos.
Es la dimensión interior del individuo, que se caracteriza por el análisis racional de las situaciones, la formulación sensata de juicios y la puesta en marcha del propio sentido de la
responsabilidad. Este estado hace posible la supervivencia y, cuando está suficientemente desarrollado, debe analizar si en nuestra conducta hay exceso de influencias inconscientes e
irracionales de nuestro padre o de nuestro niño.
El diálogo entre los tres estados como todos hemos sido niños, hemos tenido mayores que nos han influido y somos capaces de tener sentido de lo real, se puede decir que enuestro interior dialogan los tres estados: padre, niño y adulto. Son proce-
sos internos de la mente que están siempre activos. Sin embargo, a veces
no somos conscientes de ello, incluso muchas personas jamás lo son.
No es complicado conocer, a través de su conducta y del tipo de respuestas que produce en cada situación, en qué estado del yo se encuentra cada sujeto. Si nos observamos con detenimiento, caeremos en la cuenta de que cuando tenemos personas que dependen de nosotros (hijos, educandos) actuamos con ellas de una forma muy parecida a como lo hicieron nuestros
padres con nosotros. O que cuando nos divertimos, nos mostramos emocionados o nos presentamos débiles y vulnerables con quienes nos pueden
acoger de manera afectiva, lo estamos haciendo de una forma muy similar a
cuando éramos niños...
Cuando éramos niños...
Cuando éramos niños
todos teníamos un cajón
de pequeñas cosas
perfectamente inútiles
que atesorábamos
fuera del tiempo
Cuando éramos niños
y nos convertíamos en dioses
sólo nosotros podíamos soñar
ahora que estamos olvidados
enterrados entre la carne y el hueso
con la evidencia de un mañana
que no nos pertenece
cuando sabíamos suspirar con encanto,
cuando el sol no nos atemorizaba,
cuando pensábamos sin vértigos angustiantes,
ahí éramos los niños ideales,
hoy sólo quedan las migas de la exquisita torta
torta muerta por el pecado de la impaciencia
Cuando éramos niños
una muñeca bastaba
para romperse y sufrir.
Podíamos perdernos en los parques.
Nuestras maestras nos enseñaban
lectura horizontal y palitos
Nuestros ojos aprendían
mirando las ventanas.
Fue cuando El araña dijo:
es hora de levantarse.
Niños nunca más.
Sin embargo ahora en nuestros tiempos
vemos esos días de niñez y la nostalgia
nos hace recordar las risas, los chistes y los momentos
exquisitos de cuando teníamos el suelo tan cerca de nosotros;
los amigos y "amigos", las aventuras, todo vive en ese
baúl que llenamos de recuerdos dulces y amargos
de tardes de lluvia saltando charcos
todo lo que hacíamos y ahora extrañamos
lo que vivimos
cuando éramos niños... (bueno, no todo).
P.D: Y tú recuerda... que ya pasó y que no te puede hacer más daño. Ya creciste y sabes defender lo que crees justo y luchar. Eres un luchador nato, de eso estoy segura. Un besito. TÚ PUEDES.
2 Comments:
At 21 noviembre, 2006 23:37, Anónimo said…
Gracias Laura!
La verdad es que casi todo lo de mi niñez merece la pena ser recordado y me gustaría poder volver a aquellos momentos, saborear el gusto de lo pequeño...
Siempre me he sentido peter pan.
Y lo de mi padre... pues es desagradable, pero un paso necesario para lograr la independencia, tanto emocional como económica y física. Duele, pero como todas las heridas, se cura,
Muchas gracias pritzesa... Ondo segi eta horrela jarraitu. Daukazun boterea oso handia da... nahiko nuke zuk ikustea.
Muxu handi bat! Maite zaitut!
At 22 noviembre, 2006 11:32, Anónimo said…
nena...que decir?animo pa iñaki ante todo!!y como el dice...tampco hay que borrar el pasado sino aprender de ello, pq aquello que nos hizo daño nos hara mas fuertes, y tarde o temprano...podremos ser felices y mirar atras sin sentirnos culpables...!!!!sabes qa q me refiero..sabes qlas dos necesitamos mucho de eso...peor juntas..podremos...pq ahora no son dos corazones sino 1...pero haymas fuerza...te quieor mi nena linda!
Publicar un comentario
<< Home